9.VIII.2011
Comienza la aventura china.
Tras una rápida escala en París y
algunos nervios en el control con el bolso de Elena y unas pinzas de depilar,
nos subimos al avión rumbo a Pekín.
En este momento volamos por encima de
Rusia y nos quedan aproximadamente seis horas y media de vuelo.
Todo va muy bien.
14.VIII.2011
Son las diez y media de la noche y
acabamos de despegar en Xian con destino a Guilin. Atrás quedan tres días en
Pekín y dos en Xian. Todo va muy bien excepto algún contratiempo poco agradable
en los desplazamientos. Es lógico que en un viaje como este pase algo.
Los billetes de tren de nuestro viaje
nocturno desde Pekín a Xian andaban algo descolocados y no pudimos viajar cada
familia en un compartimento como estaba previsto. Lucía, Elvira, Olivia y Amanda
acabaron durmiendo con Chus, Elena y yo con dos chavales chinos con los que no
paramos de charlar intentando entendernos, y Jose sólo en un compartimento con
una familia china.
La noche comenzó con muchos nervios
en la estación repleta de gente (como casi todos los sitios en China), pero
terminó bien y hasta fue divertida.
En cuanto al vuelo hacia Guilin, no
las teníamos todas con nosotros ya que ha habido un error con los billetes y en
el mío, donde debería poner mi nombre, aparece el de Amanda. Han pasado la
puerta de embarque, Chus, Elena, Lucía, Elvira y Olivia, y nos hemos quedado al
oro lado, Jose, Amanda y yo.
Nuestro guía en Xian lo pasado mal
intentando solucionar el entuerto con la policía, personal de la compañía
aérea, aeropuerto… hasta que finalmente nos han puesto de mala gana un sello en
la tarjeta de embarque, y a otra cosa mariposa. Ha habido canguis pero todo se
ha solucionado y ahora estamos volando.
¿Qué decir de Pekín (Beijing para los
chinos)? La hemos pateado mucho, todo lo que es posible en tres días y con un
calor extremo y húmedo que nos hace sudar sin parar. No recuerdo haber sudado
tanto en mi vida. Ni agotarme como al subir la imponente Gran Muralla. Es
espectacular, impresionante, enorme…todo en China parece ser enorme. Yo me rajé
y no subí todo lo que me hubiera gustado. Elena, Jose y Amanda treparon la
escalinata de gigantescos peldaños hasta más arriba que el resto.
17.VIII.2011
Aeropuerto de Guilín.
Va a ser complicado que esto tenga
una mínima coherencia cronológica.
Contaba nuestra visita a la Gran
Muralla, cerca de Pekín, y a día de hoy han pasado no sé ni cuantos días, y
creo que tres ciudades más.
¿Por dónde sigo?
Es de noche, nos encontramos en el
aeropuerto de la ciudad de Guilín y nos dirigimos a Hangzhou.
La verdad es que la actitud de las
niñas es increíble. No paramos un momento, dormimos poco… y están como si no
fuera con ellas. Excepto algún momento de descontrol, en general están
contentas, tranquilas y siguiendo el ritmo que nos marca este enorme viaje. Hoy
mismo, no sé ni cuando llegaremos a nuestro hotel, el quinto ya, ni cuánto
tiempo podremos dormir. Nuestro vuelo está retrasado y aquí estamos.
Vuelvo a Pekín.
Lo que más nos llamó la atención al
llegar fue el calor que hacía. Un calor húmedo, intenso y difícil de aguantar.
Nada más llegar, conocimos a Cao, se
dice Chao, nuestro guía. Un chaval de veintidós años más listo que el hambre y
con un nivel de nuestro idioma más que suficiente para entendernos con él.
Nos llevó al hotel en una furgoneta
con conductor y nos explicó que lo primero que iríamos a visitar era el templo
del cielo. Dejamos nuestras maletas y allá que nos fuimos bastante
descontrolados por la diferencia horaria con nuestro país. Habíamos salido del
aeropuerto de Madrid por la mañana y, tras todo el día viajando, era por la
mañana de nuevo y nos habíamos quedado sin noche para descansar.
Pekín huele de una manera muy
particular. No es que huela mal, tiene un olor fuerte y peculiar. Es una ciudad
muy contaminada y repleta de gente que va y viene sin parar.
23.VIII.2011
Estamos viajando hacia Ámsterdam
desde Shanghái. Creo que son las tres y diez de la tarde, hora holandesa.
Salimos de Shanghái a la una aproximadamente, y la verdad es que tengo un buen
cacao con el horario. Llegaremos a Madrid a las once y pico, que para nosotros
serán las cinco de la mañana. ¿Quiere esto decir que viviremos varias horas dos
veces?
Se ha acabado el viaje a China. La
sensación es que los días han pasado volando, y al mismo tiempo, han sido tan
intensos que parece que haya pasado un año desde que llegamos a Pekín.
La última noche la hemos pasado en
Shanghái. Me ha fascinado esta ciudad. En ella se mezclan el pasado y el futuro
de una forma que nunca había visto. Es una ciudad que parece sacada de un comic
o una película de ciencia ficción. De hecho, no he podido dejar de pensar en
Flash Gordon… esa mezcla de la estética de los años treinta o cuarenta con la
futurista del planeta Mongo. Para mí, Shanghay es desde ahora, el plantea
Mongo.
Los altísimos rascacielos y edificios
de cristal empastan con la vieja China de una manera increíble.
Mi primera impresión fue algo
decepcionante. Llegamos por la mañana desde Wuzhen, y lo primero que fuimos a
ver fue un templo budista más: el Templo del Buda de Jade. Hemos visitado
varios. En Pekín, el Templo del cielo, el primero, que bajo un calor extremo y
rodeados de una masa de personas, en su mayoría turistas chinos, a mí me ha
parecido un decorado. También en Pekín fuimos a conocer el templo lamaísta con
la figura de Buda más grande de toda China, y que no me emocionó demasiado, a
pesar de su espectacularidad y su importancia. En Xian conocimos otro del que
ahora no recuerdo el nombre, tarea complicada con la cantidad de lugares
visitados. Este sí me encantó, me dio tranquilidad y fue un placer pasear por
su jardín. Me pareció algo más ¿auténtico?
Todavía visitamos uno más: el Templo del Alma Escondida, con unas figuras de
Buda talladas en la piedra espectaculares. Me gustó mucho ese sitio y nos
refrescamos los pies en el agua de su arroyo.
Vuelvo a Shanghái. Decía que mi
primera impresión fue algo decepcionante. Cuando llegamos al puerto, allí lo
llaman el bund, y se nos ofreció la vista de esa maraña de edificios altísimos,
no me pareció para tanto. En cambio mi sensación cambió radicalmente tras subir
al último piso del Financial Center (creo que se llama así, aunque creo que me
falta algo). Es el edificio más alto de China, cien pisos, y tercero del mundo.
La visión de la ciudad desde allá arriba es algo imborrable que no se puede
olvidar… como tampoco podré olvidar nuestro paseo por el bund ayer por la
tarde, anocheciendo. Con la mejor temperatura de todo el viaje, y una brisa muy
agradable, contemplar ese derroche de luz y de imaginación fue algo alucinante.
Enormes barcos yendo y viniendo,
pantallas gigantes, y luz, mucha luz. Precioso.
Estoy convencida que lo que vivisteis allí es mucho más de lo que cuentas, pero entiendo que la descripción de un viaje así es tan complicada que uno no sabe por dónde empezar. Sin duda es una vivencia envidiable y para las niñas, una auténtica aventura!
ResponderEliminarSon las notas que tomé durante el viaje, tal cual. Y los dibujos también. Daba para muchísimo más, claro, pero no hubo tiempo y así se quedó.
EliminarPor cierto, los dibujos me encantan, son unos "apuntes de viaje" de lo más natural, y el de Olivia, genial! Olé!
ResponderEliminarFue un orgullo compartir un viaje tan hermoso. Creo que los días que allí vivimos nos unieron aún más si cabe de lo que estábamos. ¡Cuántas ganas tenemos de hacer otro viaje tan intenso e inmenso! Id preparando las rutas...
ResponderEliminar¿Qué tal unas fotos...?
ResponderEliminarYa sabéis las ganas que tengo de ir a Costa Rica... pero habrá que esperar a que pase esta maldita crisis o lo que sea. Para nosotros también fue un placer.
ResponderEliminarSobre las fotos, tomo nota...
Por cierto, a vosotros os debemos haber conocido China.
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