viernes, 29 de marzo de 2013

MEMORIAS DE CHINA


9.VIII.2011
Comienza la aventura china.

Tras una rápida escala en París y algunos nervios en el control con el bolso de Elena y unas pinzas de depilar, nos subimos al avión rumbo a Pekín.
En este momento volamos por encima de Rusia y nos quedan aproximadamente seis horas y media de vuelo.
Todo va muy bien.
14.VIII.2011
Son las diez y media de la noche y acabamos de despegar en Xian con destino a Guilin. Atrás quedan tres días en Pekín y dos en Xian. Todo va muy bien excepto algún contratiempo poco agradable en los desplazamientos. Es lógico que en un viaje como este pase algo.
Los billetes de tren de nuestro viaje nocturno desde Pekín a Xian andaban algo descolocados y no pudimos viajar cada familia en un compartimento como estaba previsto. Lucía, Elvira, Olivia y Amanda acabaron durmiendo con Chus, Elena y yo con dos chavales chinos con los que no paramos de charlar intentando entendernos, y Jose sólo en un compartimento con una familia china.
La noche comenzó con muchos nervios en la estación repleta de gente (como casi todos los sitios en China), pero terminó bien y hasta fue divertida.
En cuanto al vuelo hacia Guilin, no las teníamos todas con nosotros ya que ha habido un error con los billetes y en el mío, donde debería poner mi nombre, aparece el de Amanda. Han pasado la puerta de embarque, Chus, Elena, Lucía, Elvira y Olivia, y nos hemos quedado al oro lado, Jose, Amanda y yo.
Nuestro guía en Xian lo pasado mal intentando solucionar el entuerto con la policía, personal de la compañía aérea, aeropuerto… hasta que finalmente nos han puesto de mala gana un sello en la tarjeta de embarque, y a otra cosa mariposa. Ha habido canguis pero todo se ha solucionado y ahora estamos volando.
¿Qué decir de Pekín (Beijing para los chinos)? La hemos pateado mucho, todo lo que es posible en tres días y con un calor extremo y húmedo que nos hace sudar sin parar. No recuerdo haber sudado tanto en mi vida. Ni agotarme como al subir la imponente Gran Muralla. Es espectacular, impresionante, enorme…todo en China parece ser enorme. Yo me rajé y no subí todo lo que me hubiera gustado. Elena, Jose y Amanda treparon la escalinata de gigantescos peldaños hasta más arriba que el resto.

17.VIII.2011
Aeropuerto de Guilín.
Va a ser complicado que esto tenga una mínima coherencia cronológica.
Contaba nuestra visita a la Gran Muralla, cerca de Pekín, y a día de hoy han pasado no sé ni cuantos días, y creo que tres ciudades más.
¿Por dónde sigo?
Es de noche, nos encontramos en el aeropuerto de la ciudad de Guilín y nos dirigimos a Hangzhou.
La verdad es que la actitud de las niñas es increíble. No paramos un momento, dormimos poco… y están como si no fuera con ellas. Excepto algún momento de descontrol, en general están contentas, tranquilas y siguiendo el ritmo que nos marca este enorme viaje. Hoy mismo, no sé ni cuando llegaremos a nuestro hotel, el quinto ya, ni cuánto tiempo podremos dormir. Nuestro vuelo está retrasado y aquí estamos.
Vuelvo a Pekín.
Lo que más nos llamó la atención al llegar fue el calor que hacía. Un calor húmedo, intenso y difícil de aguantar.
Nada más llegar, conocimos a Cao, se dice Chao, nuestro guía. Un chaval de veintidós años más listo que el hambre y con un nivel de nuestro idioma más que suficiente para entendernos con él.
Nos llevó al hotel en una furgoneta con conductor y nos explicó que lo primero que iríamos a visitar era el templo del cielo. Dejamos nuestras maletas y allá que nos fuimos bastante descontrolados por la diferencia horaria con nuestro país. Habíamos salido del aeropuerto de Madrid por la mañana y, tras todo el día viajando, era por la mañana de nuevo y nos habíamos quedado sin noche para descansar.
Pekín huele de una manera muy particular. No es que huela mal, tiene un olor fuerte y peculiar. Es una ciudad muy contaminada y repleta de gente que va y viene sin parar.
23.VIII.2011
Estamos viajando hacia Ámsterdam desde Shanghái. Creo que son las tres y diez de la tarde, hora holandesa. Salimos de Shanghái a la una aproximadamente, y la verdad es que tengo un buen cacao con el horario. Llegaremos a Madrid a las once y pico, que para nosotros serán las cinco de la mañana. ¿Quiere esto decir que viviremos varias horas dos veces?
Se ha acabado el viaje a China. La sensación es que los días han pasado volando, y al mismo tiempo, han sido tan intensos que parece que haya pasado un año desde que llegamos a Pekín.
La última noche la hemos pasado en Shanghái. Me ha fascinado esta ciudad. En ella se mezclan el pasado y el futuro de una forma que nunca había visto. Es una ciudad que parece sacada de un comic o una película de ciencia ficción. De hecho, no he podido dejar de pensar en Flash Gordon… esa mezcla de la estética de los años treinta o cuarenta con la futurista del planeta Mongo. Para mí, Shanghay es desde ahora, el plantea Mongo.
Los altísimos rascacielos y edificios de cristal empastan con la vieja China de una manera increíble.
Mi primera impresión fue algo decepcionante. Llegamos por la mañana desde Wuzhen, y lo primero que fuimos a ver fue un templo budista más: el Templo del Buda de Jade. Hemos visitado varios. En Pekín, el Templo del cielo, el primero, que bajo un calor extremo y rodeados de una masa de personas, en su mayoría turistas chinos, a mí me ha parecido un decorado. También en Pekín fuimos a conocer el templo lamaísta con la figura de Buda más grande de toda China, y que no me emocionó demasiado, a pesar de su espectacularidad y su importancia. En Xian conocimos otro del que ahora no recuerdo el nombre, tarea complicada con la cantidad de lugares visitados. Este sí me encantó, me dio tranquilidad y fue un placer pasear por su jardín. Me pareció algo más  ¿auténtico? Todavía visitamos uno más: el Templo del Alma Escondida, con unas figuras de Buda talladas en la piedra espectaculares. Me gustó mucho ese sitio y nos refrescamos los pies en el agua de su arroyo.
Vuelvo a Shanghái. Decía que mi primera impresión fue algo decepcionante. Cuando llegamos al puerto, allí lo llaman el bund, y se nos ofreció la vista de esa maraña de edificios altísimos, no me pareció para tanto. En cambio mi sensación cambió radicalmente tras subir al último piso del Financial Center (creo que se llama así, aunque creo que me falta algo). Es el edificio más alto de China, cien pisos, y tercero del mundo. La visión de la ciudad desde allá arriba es algo imborrable que no se puede olvidar… como tampoco podré olvidar nuestro paseo por el bund ayer por la tarde, anocheciendo. Con la mejor temperatura de todo el viaje, y una brisa muy agradable, contemplar ese derroche de luz y de imaginación fue algo alucinante.
Enormes barcos yendo y viniendo, pantallas gigantes, y luz, mucha luz. Precioso.

7 comentarios:

  1. Estoy convencida que lo que vivisteis allí es mucho más de lo que cuentas, pero entiendo que la descripción de un viaje así es tan complicada que uno no sabe por dónde empezar. Sin duda es una vivencia envidiable y para las niñas, una auténtica aventura!

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    1. Son las notas que tomé durante el viaje, tal cual. Y los dibujos también. Daba para muchísimo más, claro, pero no hubo tiempo y así se quedó.

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  2. Por cierto, los dibujos me encantan, son unos "apuntes de viaje" de lo más natural, y el de Olivia, genial! Olé!

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  3. Fue un orgullo compartir un viaje tan hermoso. Creo que los días que allí vivimos nos unieron aún más si cabe de lo que estábamos. ¡Cuántas ganas tenemos de hacer otro viaje tan intenso e inmenso! Id preparando las rutas...

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  4. ¿Qué tal unas fotos...?

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  5. Ya sabéis las ganas que tengo de ir a Costa Rica... pero habrá que esperar a que pase esta maldita crisis o lo que sea. Para nosotros también fue un placer.
    Sobre las fotos, tomo nota...

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    1. Por cierto, a vosotros os debemos haber conocido China.

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