Las palabras son importantes y no creo en eso de que se las lleva el viento. Depende mucho de quien, como, cuando y para qué se digan.
Hay palabras que, de tanto abusar de ellas, pierden cualquier credibilidad y sentido. Algunos, aquellos que de una manera vergonzosamente pretenciosa las utiliza, aquellos que se precian de estar en la pomada, las repiten y las contagian, como si pensaran que el resto de sus compañeros de especie somos memos, cuando en realidad cualquiera que se pare a pensarlo se da cuenta de que obedecen a las estrategias más elementales y zafias de manipulación.
Reinventarse, sostenible, ejercicio de responsabilidad, dinamizar, recursos humanos, emprendedor....¿os suenan? Hay muchas más y cada momento tiene las suyas. Palabras de moda que pasan y caen en el olvido, hasta la implantación de otras nuevas con las que los especialistas esperan las reacciones del público: ¡Que bien habla!, ¡vaya cabeza!, ¡este -o esta- sí que sabe!...
Me quedo con las palabras sencillas, esas que emocionan y mueven el corazón, esas que huelen a verdad. ¿Las otras? Pasan y nunca más se supo de ellas.