sábado, 19 de julio de 2025

LOS NÚMEROS

No soy de números; ni me gustan ni los entiendo. Seguramente mi cabeza dispersa y soñadora no pasa por lo exacto y la perfección de las cifras. A pesar de ello, llevo meses dando vueltas a las coincidencias numéricas que me acompañan este año.

Elena y yo cumplimos sesenta años y no sé ni explicar lo que supone pensar en haber llegado a esta edad en la que uno esperaba ser alguien, desde luego, diferente a lo que soy. Ni mejor ni peor... ¿menos ingenuo, más sabio...?

Además del sesenta cumpleaños de Elena, en agosto terminaremos de pagar una eterna hipoteca de treinta años. Larga aunque lo suficientemente cómoda como para que no haya terminado ahogándonos en el camino. Si así no hubiera sido no habríamos hipotecado nuestra vida para poder tener un techo bajo el que vivir, ese gran engaño de nuestros días.

Poco después, en octubre, hará treinta años -otra vez treinta- que me casé con aquella chica de pelo rizado y gafas redondas que no se parecía a nadie más que a ella misma. En estos años ha habido de todo pero no se me ocurre una compañera de vida mejor a pesar de lo diferentes que somos o precisamente por ello. Y así seguimos.

Nos reuniremos los supervivientes de aquel evento y algunas nuevas incorporaciones. Brindaremos por los que ya no están y celebraremos la vida. 

Y por si fuera poco es el primer verano que pasamos sin ti, papá. No tengo que explicar lo que esto significa. Santa Pola, como la Venecia de Charles Aznavour, que callada quietud, que tristeza sin fin... no será igual. Y ahí voy, leyendo tus libros, viendo tus fotos, vistiendo tus camisas y usando tu maquinilla de afeitar.

                                         19 de julio de 2025