Aunque no soy nada aficionado a conmemorar fechas llevo un par de días dándole vueltas a la llegada del día veintiuno. Hoy hace cuatro meses que te fuiste aunque no nos hayas dejado y estés en cada momento y cada detalle de nuestra vida diaria. Tan grande es tu sombra, papá.
El año de la pandemia cumpliste
noventa esplendidos años y aunque nos hubiera gustado hacer una celebración de
tu vida no nos fue posible debido a que el maldito virus no nos permitió
reunirnos. Así que optamos por pedir a la gente cercana, familiares y amigos
que grabaran un vídeo en el que te enviaran un mensaje.
La respuesta fue espectacular y
emocionante. Todo el mundo te expresó de una forma tan bonita, tan bonita, y
con tal cariño lo que significabas para ellos que ahora cobra una dimensión aún
mayor.
Como siempre fuiste agradecido
y muy bien educado quisiste corresponder y, de la misma manera, te grabamos y
enviamos las imágenes a cada una de esas personas.
Hace unos días, por casualidad,
revisando el teléfono encontré ese vídeo. No es raro porque apareces sin
buscarte por cualquier parte. Aunque me sobrecoge verte en movimiento y
escuchar tu voz, creo que es una buena manera de agradecer en tu nombre todas las
muestras de afecto y respeto que hemos recibido y seguimos recibiendo desde
aquel veintiuno de diciembre ya que en él expresas lo importante que era para
ti el recuerdo que dejarías en nosotros, los que nos hemos quedado.
Ahí estás papá, tan vivo como
siempre. Un beso muy grande.